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El sector del petróleo y el gas (O&G) siempre ha sido conocido por su impacto negativo en el ecosistema y el medio ambiente. La mayor parte de la responsabilidad del aumento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en las últimas décadas se puede atribuir al alto nivel de actividad de estas empresas en la extracción, transporte y refinación de petróleo crudo.

El impacto negativo se manifiesta en gran medida en las emisiones de GEI, en particular las emisiones de dióxido de carbono y metano, que son dos de los principales contribuyentes al efecto invernadero y al aumento de la temperatura mundial. Debido a este impacto, es fundamental enfocarse en la descarbonización de este sector, junto con otros como la construcción y el transporte.

Una de las soluciones que podría frenar este impacto nocivo es la implementación de la tecnología de Captura, Uso y Almacenamiento de Carbono (CCUS). Este sistema permite la captura del CO2 emitido a la atmósfera durante la extracción, transporte o refinación de petróleo crudo y gas natural. Posteriormente, el carbono capturado se transporta y almacena o se le da un segundo uso. Esto permite una reducción de las emisiones de CO2 durante el proceso de producción.

En definitiva, esta solución se ve inicialmente como prometedora porque todavía necesitamos una fuente de energía fiable y segura para satisfacer el aumento de la demanda, especialmente en países emergentes como India o China. La guerra en Ucrania y la consiguiente interrupción del suministro de gas europeo han puesto de manifiesto la importancia de este sector y la necesidad de seguir explotando nuestras reservas de petróleo y gas. Sin embargo, este “business as usual” debe ir acompañado de importantes esfuerzos para descarbonizar la industria.

La otra alternativa al CCUS

La otra alternativa a la tecnología CCUS es reducir drásticamente la producción de petróleo y gas e invertir en fuentes de energía limpias. Una idea que suena bien, pero que en la práctica tiene muchas lagunas. Se estima que el coste de la transición energética mundial podría alcanzar entre 100 y 300 billones de dólares en 2050. No es de extrañar que las empresas deban realizar importantes esfuerzos para hacer la transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía renovables.

Después de siglos de operar de cierta manera, es un desafío para las empresas alterar todo su modelo operativo. Si bien es cierto que invertir en energías renovables reduce considerablemente el problema de las emisiones de carbono, esta estrategia tiene implicaciones negativas en los costes de las empresas. Este es un factor importante a tener en cuenta si aspiramos a una perspectiva más realista de la transición energética. Lograr esta perspectiva más práctica incluye la implementación de la tecnología CCUS.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) sostiene que esta tecnología será crucial para alcanzar los objetivos de descarbonización. Sin embargo, también plantea importantes retos que deben abordarse. La eficiencia en la reducción del impacto ambiental, una vez implementada esta tecnología, no es la deseada, ya que implica hasta cuatro pasos diferentes por los que debe pasar el CO2 antes de que pueda ser almacenado o reutilizado. gética o la electrificación directa.

Un proceso muy largo que a su vez puede liberar nuevo CO2 a la atmósfera. El coste de la implementación es otro factor importante a tener en cuenta. Algunos estudios sostienen que la implementación de esta tecnología puede costar [hasta 30 billones de dólares ](https://www.smithschool.ox.ac.uk/news/heavy-dependence-carbon-capture-and-storage-highly-economically-damaging-says-oxford-report#:~:text=Heavy dependence on Carbon Capture and Storage (CCS) to reach,University's%20Smith%20School%20of%20Enterprise)más que otras estrategias como la eficiencia ener

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Malas previsiones

Las perspectivas actuales para la tecnología CCUS no son muy prometedoras. Algunas agencias esperan que esta tecnología solo pueda mitigar el 8% de las emisiones relacionadas con la energía para 2050.

Actualmente, solo hay 42 proyectos de CCUS en operación, que mitigan un irrisorio 0,13% de las emisiones globales de CO2. Además, el 90% de estos proyectos pertenecen a empresas de O&G que a su vez utilizan carbono para reinyectarlo en los pozos de petróleo para facilitar su extracción, lo que se conoce como Recuperación Mejorada de Petróleo (RMP).

Dada esta evidencia, muchas personas creen que el sistema CCUS simplemente está siendo utilizado como una táctica de marketing por las principales empresas de petróleo y gas para mejorar su imagen. Esto es especialmente importante a medida que más personas reconocen la necesidad de reducir las emisiones de carbono en el sector.

Al igual que ocurre con muchas innovaciones, una tecnología que nace con una intención puede ser utilizada para un fin diferente, en este caso, seguir extrayendo petróleo y gas natural mediante la inyección de carbono reutilizado. En lugar de lograr los objetivos de reducción de emisiones, puede empeorar el problema.

¿Puro marketing?

La idea de que esta tecnología puede reducir el impacto negativo parece ser una estrategia de marketing para mantener el negocio como de costumbre. Existe un debate sobre si los combustibles fósiles deben ser "eliminados" o no, y cómo esa tecnología de captura y almacenamiento de carbono puede ayudar al sector a mitigar su impacto.

La realidad es que los combustibles fósiles siguen representando el 80% del suministro mundial de energía primaria. Ante el reto que supone sustituir este suministro energético por energías renovables, gran parte de la comunidad científica apunta a que la tecnología CCUS es aconsejable si la sociedad quiere tener una transición energética gradual, eficiente y ordenada.

La transición para alejarse de los combustibles fósiles no será fácil. Me uno a las voces que sugieren que los esfuerzos actuales no son suficientes para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2050.

Fuente: Global CCS Institute

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