Hace cincuenta años la sostenibilidad empresarial no existía. El concepto de desarrollo sostenible que conocemos hoy en día apareció por primera vez en el Informe Brundtland, elaborado por varios países de la ONU en 1987. En este documento se definió como “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”.
Cabe destacar que, en tiempos de la revolución francesa, el erudito Thomas Malthus ya descubrió, como parte de su “teoría poblacional”, que la población tiende a crecer más rápido que los recursos. No obstante, la humanidad ha tardado en aplicar acciones que reviertan la situación y permitan acabar con la inevitable cuenta atrás. Hasta que ya no hay alternativa.
En el ámbito industrial, las prácticas circulares dejaron hace tiempo de ser una opción para convertirse en una necesidad urgente que va más allá del reciclaje e involucra a todo el ciclo de vida productivo. La preocupante escasez de recursos naturales, sumada a la demanda insostenible de materias primas están llevando a una crisis que afecta a todos los sectores de la economía.
De hecho, en España, el 94% de las empresas industriales ya están sintiendo los efectos de esta escasez, lo que ha impulsado a un 58% de ellas a aumentar su inversión en iniciativas de circularidad en los próximos tres años, según un estudio de ABB realizado a más de 3.000 profesionales del ámbito industrial en 12 países.
Cambio de modelo
Este cambio no es una mera tendencia, sino una respuesta necesaria al presagio de Malthus: nuestro modo de vida actual agota un 60% más de los recursos que el planeta puede proporcionarnos de forma sostenible, según el Foro Económico Mundial.
El modelo económico lineal, basado en la extracción, uso y desecho de recursos, está obsoleto. Por el contrario, la circularidad emerge como una solución responsable, clave para mejorar la eficiencia en el uso de recursos, energía y costes. Pero no a corto plazo.
La economía circular requiere paciencia y enfoque holístico. Esto incluye la optimización de procesos para consumir menos, minimizar el desperdicio, la reutilización de materiales y la implementación de tecnologías avanzadas. El objetivo final es reducir la dependencia de los recursos externos, superando el temor a perder competitividad y apostando por un enfoque estratégico asegure la sostenibilidad y rentabilidad en el largo plazo.
Igualmente se ha empezado a constatar una mayor demanda por parte de empresas y usuarios finales de productos y servicios que sean sostenibles en sus procesos de fabricación. Los usuarios finales y las empresas empezamos a tomar decisiones en nuestros canales de aprovisionamiento basadas en la sostenibilidad de nuestros proveedores.
Inversión en circularidad
Pese al temor a los elevados precios, la realidad es que las empresas que invierten en iniciativas de circularidad están mejor posicionadas para enfrentar un futuro incierto y ya lideran la transición hacia una economía más sostenible. Y lo que es más importante: lo hacen juntas.
Es por ello que, establecer colaboraciones estratégicas es otra gran palanca para impulsar la economía circular. Compartir recursos, conocimientos y soluciones innovadoras con otras empresas y organizaciones permite afrontar los retos de la industria de manera más efectiva. De esta idea nace el concepto de coopetición, es decir, colaborar con competidores para lograr un beneficio común.
Es cierto que hay mucho camino por recorrer en este ámbito: según el informe de ABB, solo el 41% de empresas encuestadas a nivel mundial colaboran hoy en día con otras compañías en la gestión de recursos. Y solo el 37% cuenta con programas de colaboración con las autoridades locales. No obstante, la tendencia es creciente, y cada vez más imperiosa ante el preocupante contexto.
Nos enfrentamos a un desafío global que exige una respuesta colectiva, ya que por muy sostenible que llegue a ser una empresa, jamás podrá revertir el contexto actual por sí sola. Los negocios debemos buscar activamente colaboraciones con otras empresas, organismos y organizaciones no gubernamentales para crear una red de apoyo donde compartir recursos, conocimientos y soluciones innovadoras para avanzar más rápidamente.
Ha llegado el momento de que movilicemos a nuestras personas, procesos y socios para adoptar la circularidad en cada proceso, cada día, en todas partes para dar un relevo que cambie el rumbo actual y nos permita aprovechar al máximo nuestros recursos. No hay tiempo que perder.
Juan Bachiller es director general de ABB Motion en España
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