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El consumo energético en la sociedad actual

Vivimos en una especie de burbuja construida en ciertas afirmaciones que nos consuelan ante una realidad que no nos complace. La crisis del cambio climático se nos cae encima y las respuestas que se están desplegando no son del todo suficientes para abordar los nuevos retos.

Pensemos, digamos, "España es autosuficiente en consumo de energía basado en renovables (precisión, tan solo en consumo eléctrico, en determinados momentos del año y en algunos momentos del día y la semana), si bien cuantitativamente se va por buen camino. Pero, este camino, no comprende el real reto: tenemos que re-industrializar de manera sostenible el país, tenemos que hacer una re-industrialización basado en las energías renovables, y tenemos que tener presente que en la movilidad, a la que no nos referiremos aquí extensamente, le queda un muy largo trayecto, siendo, actualmente, la parte que más energía fósil consume y merece atención especial.

El consumo energético no es una finalidad. La energía forma parte de las herramientas necesarias para garantizar el propio bienestar de la sociedad. Se ha convertido, a pesar del "modelo de gestión y negocio mercantilizado", en un pilar esencial de la calidad de vida. Ya nadie discutiría que es tan importante como el agua, la vivienda o la educación, y que debe contribuir de manera decisiva en el combate del cambio climático mediante una política de sostenibilidad a todas luces imprescindible.

Por ello no podrá estar sometida, estrictamente, a las reglas que el mercado capitalista impone como es el crecimiento descontrolado, el aumento de la competitividad por afán de dominio, el incremento de los beneficios por afán de lucro. Bajo estas premisas, los planes de despliegue de las renovables deben plantearse desde otra óptica y emergen tres preguntas que hay que profundizar:

·      ¿Por qué se quieren las fuentes energéticas renovables?

·      ¿Cómo se debe llevar a cabo la gestión inteligente de la energía?

·      ¿De qué manera se deben conducir las inversiones necesarias y quién las debe planificar y gestionar?

En síntesis la pregunta es, ¿cuál va a ser el modelo de sociedad que queremos, cuáles pueden ser sus límites en términos de cohesión social y sostenibilidad y a partir de ahí, cómo definir, planificar y gestionar con qué fuentes de energía conseguiremos los objetivos propuestos?

Estas últimas décadas, Cataluña ha crecido su PIB[1] al tiempo que ha crecido en su población tal y como indican las figuras 1 y 2.

Figura 1. Evolución del PIB de Cataluña.
Figura 2. Evolución de la población en Cataluña.

De hecho se encuentra una evolución parecida si se analiza alternativamente la evolución del PIB por habitante, figura 3. Esta permite directamente mostrar una correlación excelente entre la evolución del PIB y el aumento de la población, figura 4.

Figura 3. Evolución del PIB por habitante en Cataluña.
Figura 4. Correlación entre el PIB de Cataluña y el número de habitantes.

A partir de estos datos, hay que subrayar que el incremento del PIB por habitante pasa de los 21000€ cuando la población era de 6M de habitantes a 34000€ cuando hay ya más de 8M de habitantes, corroborando que el incremento del PIB por habitante ha estado ligado al aumento de la población pero también a un incremento del rendimiento.

Obviamente, más producción y más población implican más consumos. Esta observación parece que en el discurso político falta, y no sólo en el campo energético. En la vivienda, en la dotación de recursos para la educación y la salud, en la seguridad, en infraestructuras, incluso, en los servicios de todo tipo que una ciudad debe ofrecer.

Como detalle significativo, el aumento de 2 Millones en habitantes a un consumo diario por persona de 150 litros de agua implica que hay que planificar un incremento en el consumo anual de agua de 110 Hm3 equivalente a la capacidad total del pantano de La Baells o planificar más residencias, más ocupación del territorio, etc.,.... más servicios por lo que es preciso, para velar por la sostenibilidad de esta evolución, ver los efectos sobre el consumo de energía.

La figura 5 nos indica medido con "ktep" [2] la evolución del consumo de energía primaria bruta y del consumo final de energía en Cataluña en función del PIB por habitante. Mientras el PIB por habitante aumenta sensiblemente la energía consumida no lo hace. Tan solo hay un ligero aumento indicando por la tendencia marcada por la línea de puntos.

Figura 5. Energía primaria bruta y energía final consumida en función del PIB por habitante.

Esta evolución nos indica que por ahora no hay una disminución en el consumo energético. El análisis por los diferentes sectores del PIB indica un comportamiento similar tal y como muestra la figura 6 y se muestra una evolución más clara de las tendencias en la figura 7 que muestra los valores en función de las anualidades indicando los efectos de la crisis económica que cambió la tendencia en los sectores económicos del PIB como los efectos de la pandemia.

Figura 6. Energía final consumida por sector en Cataluña en relación al PIB por habitante o respecto al número de habitantes.
Figura 7. Tendencias del consumo energía final por sectores segundo anualidades.

Sostenibilidad y evolución en el consumo energético

Cada sociedad, cada territorio precisa definir su camino por sus actividades con buenas prácticas económicas no necesariamente ligadas a un crecimiento continuado dado que hay que hacer el análisis de cuáles son los límites que le impone el entorno definido por los recursos propios disponibles o accesibles para este crecimiento.

Aquí nos surge la pregunta de si se puede ir extrapolando los valores del crecimiento del PIB en Cataluña para las futuras décadas 2030-2050 manteniendo el ritmo actual tras la pandemia. La extrapolación mostrada en la figura 8 ilustra claramente que esto nos llevaría a un considerable incremento de población, y a un consumo de recursos muy poco sostenibles dentro de los parámetros de crecimiento actual de nuestra sociedad.

Figura 8. Extrapolación de la evolución del PIB en Cataluña y de la población a partir de los datos 2000-2022 manteniendo el ritmo de crecimiento.

En realidad, la sostenibilidad debería pasar por buscar el equilibrio entre la industria y el territorio lo que depende en gran medida de cómo se gestione la energía. En este sentido, garantizar un modelo energético eficiente y sostenible es clave para consolidar esta relación y asegurar que ambos evolucionen en sintonía. Todo parece indicar que vamos hacia un modelo donde prioritariamente la energía se consumirá allí donde se genere. Hay que aprovechar el potencial de cada territorio como generadores de energías renovables para mantener su industria y/o impulsar el crecimiento industrial si procede.

Por lo tanto, por cada territorio hay que plantearse cuál es la capacidad en autonomía estratégica en el ámbito energético y si no hay capacidad propia, hay que plantearse cómo "se importará" la energía, qué redes energéticas se tendrán disponibles y cuál será la eficiencia del sistema energético para minimizar la demanda asegurando la máxima productividad.

Hasta ahora, el despliegue de energías renovables en Cataluña va en retraso en relación al resto de España y los planes de redes energéticas para "la importación" y distribución de la energía no está confirmado o configurado. Todo ello, teniendo presente que las empresas deben hacer sus planes de descarbonización, la situación genera mucha incertidumbre e inseguridad respecto al futuro por estar plenamente integrados en la apuesta por la sostenibilidad y una "re-industrialización renovable". El objetivo para cada territorio es cómo atraer o conserva más tejido industrial -lugares de trabajo- merced a la eficiencia y a la gestión inteligente de la energía desde las fuentes de generación, su transporte, su distribución, su almacenamiento y su uso para consolidar una sociedad que pueda garantizar el bienestar de su ciudadanía.

El gran tema, como plantea Václec Smil (2024)[3], es la gran dificultad que hay para llegar con el 2050 con todo el proceso de transición energética requerido, opinión que coincide con el informe McKinsey (2024)[4] al respecto en el que señala que al día de hoy se han alcanzado solamente el 10% de los objetivos para llegar a la neutralidad climática en 2050,  criticando de esta manera las agendas en los países mal llamados desarrollados.

El gran reto (y problema): costes de la transición energética

Podríamos decir que la piedra en el zapato está en la valoración de los costes de la transición y la búsqueda de recursos para su realización. En los últimos días se ha anunciado inversiones por 18.000 millones. Aunque hay que ver los detalles de los planes de despliegue de energía renovables como primer paso para poder llevar a cabo una descabornización efectiva, hay que ver los detalles de las capacidades que estarán disponibles en Cataluña de las redes energéticas, especialmente las eléctricas y hay que conocer los detalles de las ayudas y acciones públicas-privadas, pero ya se puede intuir que esta cantidad no es suficiente para llevar a cabo una "re-industrialización renovable" para asegurar la instalación. transformación descarbonizada de la economía de Cataluña.

Figura 9. Extrapolación de la energía final consumida en función del PIB/habitante. Las flechas indican las disminuciones esperables por la mayor eficiencia debida a la electrificación de procesos.

Si bien se considera que será posible obtener una mucho más alta eficiencia del sistema energético debido a la electrificación de procesos y por tanto un menor consumo final de energía, tal y como muestra la figura 9 donde por referencia se indica la previsión del plan PINNEC-CAT de la Generalitat de Catalunya donde se puede apreciar una reducción en el total de la energía final consumida sin renunciar a pérdida de productividad pero siendo mucho más eficiente.

La principal característica es que, ahora, la cantidad de energía debe ser libre de emisiones de carbono y por lo tanto son necesarias significativas inversiones en fuentes renovables, en líneas de transporte y distribución, en sistemas de almacenamiento,.... y en nuevas tecnologías energéticas. Diversos estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona, Collegi de Ingenieros Industriales de Cataluña, etc.... han sido cantidades de inversiones mucho más elevadas tanto para asegurar la generación, como el transporte/distribución, el almacenamiento y la descarbonización.

A grosso modo hay que estimar 1M€/MW de costes, a lo que habría que añadir un 30% para el desarrollo de las redes y gestión inteligente, un 30% por el almacenamiento y un 30% por la incorporación de las diferentes tecnologías de descarbonización en cada sector del PIB dejando los casos especiales de la petroquímica, cementeras y metalúrgica por estudios aparte. Cataluña puede necesitar sobre 60GW de potencia renovable, lo que nos da cantidades mucho más elevadas en consonancia con las instituciones anteriormente citadas.

Todos estos aspectos son pasos necesarios para asegurar el futuro del crecimiento dentro de ser capaces de marcar un camino y modelo de desarrollo económico sostenible.

Es necesario, pues, insistir en las acciones para disponer de una estrategia gubernamental y un primer paso ha sido hecho pero hay que estar a la vigía de las siguientes acciones a llevar a cabo por una "re-industrialización renovable" de todos los sectores del PIB en Cataluña capaz de sintonizar las capacidades del territorio con la transición energética y el futuro sostenible para el territorio.


[1] https://www.idescat.cat/indicadors/?id=aec&n=15334

[2] https://icaen.gencat.cat/es/energia/estadistiques/resultats/anuals/balanc_energetic/

[3] Smil, V (2024): 2050. Porqué un mundo sin emisiones es casi imposible. Editorial ARPA.

[4] https://www.mckinsey.com/industries/energy-and-materials/our-insights/global-energy- perspective, Word Energy Outlook (Agencia Internacional Energía) 2024.

J.R. Morante es Catedrático emérito de la Facultad de Física de la Universidad de Barcelona y Héctor Santcovsky es Sociólogo y Politólogo, ex profesor asociado Universidad de Barcelona

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