Los desarrolladores entregaron casi 61GW de turbinas eólicas a nivel mundial en 2019, en comparación con los 50GW del año anterior. La mayoría de estas se instalaron en tierra (88%), pero la proporción de turbinas instaladas en alta mar ha crecido cuatro puntos y ya suponen el 12% del mercado. Los cuatro mayores fabricantes representaron más de la mitad del mercado, o el 55%, de las máquinas desplegadas, y por orden fueron: la danesa Vestas, la española Siemens Gamesa, la china Goldwind y la estadounidense General Electric.
Los últimos datos de BloombergNEF (BNEF) muestran que Vestas mantuvo su corona como el principal fabricante mundial de turbinas, mientras que su posición en eólica marina aupó a Siemens Gamesa al segundo lugar, dos puestos más arriba que el año pasado. Las cifras se basan en la base de datos global de proyectos eólicos de BNEF y en una amplia información de la industria.
De los 10 principales fabricantes de turbinas terrestres, Vestas fue el que sufrió el mayor descalabro en su participación de mercado, bajando cuatro puntos porcentuales hasta el 18%, mientras sus competidores ganaban terreno. Los cinco primeros permanecen sin cambios, pero en el grupo de persecución, un año fuerte para las instalaciones chinas llevó a Ming Yang, Windey y Dongfang Electric al sexto, séptimo y noveno lugares, respectivamente.
Casi la mitad de todos los megavatios nuevos instalados en EEUU eran de GE, lo que le permitió arrebatar el primer lugar en su mercado local a Vestas. GE superó a su rival al encargar un 40% más que en 2018, mientras que las instalaciones de Vestas permanecieron estables. Siemens Gamesa disfrutó del mayor rebote de cualquiera de los jugadores en EEUU, triplicando sus números de 2018 y asumiendo el tercer lugar de Nordex.
"Respaldando a cada uno de los principales actores en eólica terrestre hay una fuerte presencia en EEUU o China", dijo Oliver Metcalfe, analista eólico de BNEF y autor principal del informe 2019 Global Wind Turbine Market Shares.
La actividad más débil en determinados mercados afecta a algunas empresas. Enercon y Senvion vieron caer la capacidad encargada a medida que el mercado eólico terrestre de Alemania colapsó debido a la escasez de sitios disponibles, litigios y plazos de entrega prolongados para los proyectos. Suzlon sufrió un destino similar en India, donde los desafíos de ejecución de los proyectos derivaron en que las instalaciones no cumplieran con las expectativas.
"2020 será otro año fuerte para las instalaciones en China y Estados Unidos, ya que los desarrolladores se apresuran a construir antes de que caduquen los subsidios, pero la incertidumbre posterior a 2020 podría exponer a algunos jugadores más grandes a menos que se diversifiquen en nuevos mercados en crecimiento", dijo Metcalfe.
Las adiciones totales de energía eólica en tierra en 2019 fueron de 13.3GW en las Américas, 9GW en Europa y 0.5MW en África y Oriente Medio, mientras que Asia Pacífico representó 30.4GW. La base de datos de BNEF registró nuevos parques eólicos que comenzaron operaciones comerciales completas en 43 países.
Las instalaciones de eólica marina de Siemens Gamesa en aguas europeas hicieron volar a su competencia. La compañía retiene la posición número uno en el mercado eólico marino después de más que doblar sus instalaciones en comparación con 2018. La compañía realizó casi dos gigavatios solo en el Reino Unido, incluido el Proyecto Hornsea One de 1.2GW.
Tom Harries, jefe de investigación eólica en BNEF, dijo: “Este año excelente para la energía eólica marina es solo el comienzo. Si se mira más allá de un posible flojo 2020, las instalaciones se acelerarán, rompiendo la barrera de 10GW al año en 2023. Esta perspectiva de crecimiento ha llevado a una intensa competencia entre los fabricantes de turbinas. Por el momento, la ventaja radica en que el fabricante vende la turbina más potente. Industrializar la producción de una turbina ligeramente más pequeña a través de volúmenes más altos podría reducir los costos y los precios. Las oportunidades para que los fabricantes de turbinas compensen precios más bajos con contratos de mantenimiento a largo plazo son menos claras que en la energía eólica terrestre”.
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