La Universidad Politécnica de Madrid (UPM) coordina el proyecto internacional ‘Cooltorise’, que ofrece alternativas para combatir el calor en los hogares en verano, siendo el primero al que la Comisión Europea ha otorgado fondos con el objetivo de “reducir la vulnerabilidad” de los hogares europeos ante el “calor extremo”, tratando especialmente de “minimizar el gasto energético”.
Los investigadores madrileños argumentan que los episodios de calor extremo en verano son “cada vez más frecuentes” y se han convertido “en una verdadera preocupación” para los más vulnerables: las personas mayores, las mujeres que son el principal sostén económico de las familias, las madres solteras, los inmigrantes, o los habitantes con bajos ingresos.
Por ello, el estudio se ha centrado en encontrar soluciones para las personas que sufren pobreza energética “y les resulta imposible climatizar sus casas para hacer frente” al calor extremo, explica la Politécnica en una nota.
Los vulnerables y la pobreza energética
El proyecto pionero ‘Cooltorise’, coordinado por la UPM dentro del programa Horizonte 2020, lleva alrededor de cuatro años buscando esas vías alternativas, con el propósito de “atenuar los riesgos” para la salud de la exposición a las altas temperaturas, sobre todo, en los colectivos identificados como “más vulnerables”.
El trabajo se ha centrado en varias zonas de actuación donde coincidían los colectivos más afectados y los grupos “que concentran mayor vulnerabilidad social”, como son Vallecas, San Blas y Usera, donde se actuado en tres niveles: los hogares, el espacio urbano y las comunidades, con un enfoque particular en la “salud individual”.
El trabajo revela que en las zonas estudiadas de Madrid el 22,7% de los hogares sufren pobreza energética, pero este porcentaje asciende al 41% en el caso de familias monomarentales, al 39% si se trata de hogares donde vive una mujer sola mayor de 65 años, y al 27% si hablamos de hogares con mujer como sustentadora principal.
Este fenómeno, conocido como “la feminización de la pobreza energética”, refleja la carga desigual que enfrentan las mujeres al gestionar recursos limitados en contextos de calor extremo, según explican los investigadores de la UPM.
Con el objetivo de revertir este fenómeno a través del empoderamiento de las mujeres como “agentes de cambio”, el programa 'Cooltorise' diseñó actividades inclusivas que les han permitido conciliar la vida laboral y familiar, como talleres flexibles y con espacios paralelos para la infancia.
Además, el proyecto desarrolló acciones con las familias para reducir sus necesidades energéticas y mejorar el confort térmico durante el verano, como talleres de cultura energética y del calor, diseñados para enseñar estrategias de climatización pasiva, como el uso eficiente de la ventilación natural y técnicas de sombreado.
También se han ofrecido talleres para comprender las facturas energéticas y mejorar la eficiencia del consumo, se han distribuido “kits de lucha contra el calor”, con elementos de bajo coste y alta efectividad como filtros solares, persianas, ventiladores, bombillas led y enchufes temporizadores, y se ha testado un sistema de alertas para gestionar los episodios de calor extremo.
Los autores del trabajo apostillan que las acciones desarrolladas como parte del proyecto han supuesto “mejores significativas” para los hogares participantes, por ejemplo, promoviendo el uso de estrategias de climatización pasiva como alternativa al aire acondicionado y fomentando el conocimiento sobre el clima local y sus desafíos.
Además, se ha trabajado en la “alfabetización energética” para “prevenir abusos por parte de empresas energéticas”, y en la participación comunitaria en espacios de encuentro y diálogo, fortaleciendo “la concienciación sobre el cambio climático y su impacto en la salud”.
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