VÍDEO| Prueba del Ford Explorer EV: borrón y cuenta nueva

Si os hablamos del Ford Explorer seguramente muchos de vosotros penséis en el icónico todoterreno norteamericano que lleva más de siete generaciones vendiéndose al otro lado del charco y que hace unos cinco años desembarcó en Europa con una declinación híbrida enchufable de alto rendimiento y siete plazas. Pues bien, lo que ha hecho Ford ahora es añadir un paso a esa electrificación del modelo presentándonos este Ford Explorer EV que hoy en El Periódico de la Energía vamos a analizar en profundidad para descubrir si esa evolución electrificada le ha sentado también a uno de los nombres más icónicos de la firma del óvalo.

Porque sí, como sabes Ford está electrificando sus modelos más representativos dentro de su dilatada historia, véase el Mustang Mach E (prueba), el nuevo Puma Gen E, que se sitúa un escalón por debajo, e incluso el Ford Capri que vendría a ser la declinación deportiva de este Explorer. Ahora bien, eso es harina de otro costal y hoy lo que vamos a hacer es analizar este Explorer EV con todas sus virtudes y algún que otro defecto pero sobre todo poniendo el foco en los secretos porque guarda muchos, comenzando por el hecho de que tiene sangre alemana. ¿Por qué te digo eso? Pues si sigues leyendo, lo descubrirás.

Hecho en Europa para Europa

Como ya te hemos dicho, Ford ha seguido la estrategia de electrificar algunas de las nomenclaturas que han marcado su historia más reciente. En el caso de este Explorer poco o nada tiene que ver con el mítico todoterreno norteamericano que lleva a la venta más de 30 años al otro lado del charco y menos con el SUV de siete plazas híbrido enchufable que se ha comercializado en nuestro país hasta hace relativamente poco.

Este nuevo Explorer mantiene su estética SUV, eso sí, pero con unas dimensiones considerablemente más compactas que cualquiera de sus predecesores. Ahora mide 4,57 metros de largo por 1,87 de ancho y 1,63 de alto y lo que es más representativo: se sostiene sobre la plataforma MEB del Grupo Volkswagen. Sí, has oído bien, el nuevo eléctrico de la firma del óvalo vendría a ser el primo hermano gemelo de los  Volkswagen ID.3 (prueba) e ID.4 (prueba) hasta el punto de que por tamaño se posicionaría entre ambos.

Sin embargo, desde Ford han querido imprimir su sello estético personal ofreciendo un coche mucho más llamativo como bien se demuestra en un frontal poderoso y ancho, al más puro estilo yankee, pero adaptado a las necesidades eléctricas y sobre todo europea pues ha sido desarrollado en el centro técnico de colonia y su mercado natural será el europeo. Así lo vemos con una calandra completamente carenada y unos faros estilizados que se conectan entre sí con esta tira negra en la que se incrusta el nombre del modelo. Hablando de nombres y logos, en una posición más baja está ubicado el nuevo logo de la marca, más aparente y moderno.

De ahí damos el salto al lateral, donde se percibe una línea de corte familiar pero muy aparente gracias al pilar A en negro y al C con una moldura. Entre medias, pasos de rueda robustos, protegidos con una tira plástica propia de los SUV y con una zona inferior en negro para dar mayor sensación de altura (llegando a los 20 cm). Las llantas por su parte van de las 19 a las 21 pulgadas aunque estas últimas son siempre opcionales y cuestan entre 600 y 1.200 euros dependiendo del acabado. De camino a la zaga nos vamos a los colores, con seis tonos, de los el único de serie es este Azul Artic y el resto de pago, con un coste de entre 270 y 880 euros.

Por último, la zaga mantiene la robustez del conjunto pero un diseño más limpio ya que no hay molduras que crucen ni nada similar, mientras que los faros aquí son opcionales. La luneta es estrecha y el alerón, grande. En cuanto a la gama se estructura en dos niveles de acabado, Explorer y Premium que se diferencian por ciertos elementos tanto de equipamiento como estéticos así como por los diferentes rangos de autonomía que presentan.

Una pantalla móvil

En el interior destaca la elección de los materiales, que aportan calidad al conjunto, mayor incluso que en el nacimiento de los ID. En el apartado estético destaca su volante, con los extremos achatados, circunstancia que quizá no guste mucho a algunos, con comandos hápitos táctiles integrados que, eso sí, nos permiten manejar los menús del minimalista cuadro de instrumentos de 5” con la información clara, pero a nuestro gusto escasa. Por cierto, sin salir de la columna de la dirección, al igual que ocurre con los ID de Volkswagen, el selector del cambio se sitúa a la derecha, permitiéndonos liberar la zona central del coche.

Y es que aquí es donde más novedades se aglutinan aunque yo te voy a destacar tres. La primera, la barra de sonido perfectamente integrada en el salpicadero y que está firmada por B&O, aportando una experiencia sonora sensacional. El segundo, los asientos de corte deportivo tapizados en un cuero sintético denominado Sensico y realizado de manera sostenible. La tercera, la pantalla central de 14,6 pulgadas desde la se manejan todas las funciones del vehículo y que además de ofrecer un funcionamiento rápido e intuitivo o la conectividad inalámbrica con Apple y Android esconde un secreto: el desplazamiento del propio monitor. Sí, esta pantalla puede pasar de estar totalmente vertical a inclinarse en una posición de 30º.

Espacio para todo

De esta forma, cualquier enser que hayamos guardado aquí quedará oculto a la vista, bautizándose como My Private Locker, podrás guardar desde la cartera hasta, lo más probable, el móvil ya que cuenta con dos cargadores inalámbricos. Hablando de huecos portaobjetos, el Explorer EV tiene además un gigantesco espacio oculto en la consola central con hasta 17 litros que nos permiten guardar objetos de gran tamaño como un portátil de 15” o tres botellas de agua de 1,5 litros. E incluso debajo de la consola central tenemos un pequeño elemento en rojo que no es otro que un rompecristales, una solución muy práctica en caso de accidente que hasta el momento solo habíamos visto en los BYD.

Si ampliamos el espectro de la habitabilidad, la zona trasera es apta, como ves, para adultos de 1,80 metros de estatura tanto por espacio para las piernas como para la cabeza, incluso montando el gigantesco techo panorámico que aporta mucha luminosidad pero que solo está disponible como opción en el acabado Premium, pagando además 1.240 euros. Por anchura, como suele ser habitual en modelos de este segmento, mejor viajarán dos que tres, mientras que por elementos de confort, contamos con salidas de aire y tomas USB.

Un poco más atrás, el maletero cubica 470 litros hasta la bandeja y 530 litros hasta el techo, que son capacidades muy notables para un coche de estas dimensiones y que se ponen más en valor incluso si lo comparamos con los 635 litros de su predecesor que, eso sí, era 50 cm más largo. Volviendo a nuestro protagonista, si queremos más espacio siempre podemos abatir la segunda fila y disponer de los 1.460 litros con un piso que es completamente plano. De hecho, al colocarlo en la zona más alta podemos guardar los cables de carga en dicha zona ya que el Explorer carece de frunk el maletero delantero por la propia arquitectura de la plataforma MEB.

Base VW, tacto Ford

En lo que a comportamiento se refiere, pese a sostenerse sobre la plataforma MEB, las diferencias con los ID. son notables. Comenzando por la seguridad, pues ofrece un avanzado sistema de 12 sensores de ultrasonidos, 5 cámaras y 3 radares para permitir una conducción semiautónoma con elementos como el cambio de carril automático, un Stop&Go más avanzado o una batalla de asistentes acorde a los tiempos.

Dinámicamente aporta ese toque deportivo propio de los Ford pero con un enfoque en el que prima el equilibrio. Tenemos 4 modos de conducción: Eco, Normal, Sport, y Perso a los que suma un quinto en el caso de los Explorer más potente: el Traction. Solo tenemos un nivel de regeneración de la frenada, el que da el modo B del selector del cambio. El tacto de la dirección es bastante preciso y las suspensiones tiran a confortables pero sujetando muy bien la carrocería, mucho mejor que sus primos alemanes en lo que da una buena muestra de que la puesta a punto ha corrido a cargo de los ingenieros de la firma del óvalo.

Entrando de lleno en el tema de rendimiento, tenemos tres versiones que arrancan con el 170 CV y propulsión trasera para de ahí dar el salto al de 286 CV también con un motor trasero (que es el que hemos probado) y acabar con el de 340 CV con tracción total que puede acelerar de 0 a 100 km/h en tan solo 5,3 segundos, es decir, más rápido que un Focus ST y que vendría a ser el equivalente de los GTX (prueba del ID.5) de Volkswagen.

Pero esto es un eléctrico y más allá de prestaciones lo que interesa es la autonomía. Aquí todos equipan una batería de iones de litio, níquel manganeso cobalto con, eso sí, tres capacidades diferentes. La gama arranca con la batería de 59 kWh para el motor más pequeño para de ahí pasar ya a la de 77 kWh en el intermedio y de 79 kWh en el de tracción total. De esta forma la autonomía va de los 378 a los 602 km con un gasto medio de entre 13,9 y 15,7 kWh/100 km. Nosotros, durante la prueba hemos medido 18,5 kWh/100 km, lo que nos ha dado para recorrer 420 km.

Pero no te apures porque siempre podrás conectarlo a tomas de CC hasta de 185 kW en el caso del Explorer más potente y de 135 kW en el de acceso. Ello se traduce en un tiempo mínimo de espera de 26 minutos para pasar del 10 al 80%. En CA la potencia máxima es de 11 kW, es decir, menos de 8 horas para tener el 100%.

En definitiva

El segundo modelo 100% eléctrico de Ford, el Explorer, se encargará de recoger el testigo del próximamente extinto Focus que a buen seguro acabará por decirnos adiós en un futuro cercano. Un coche que de momento le está siendo complicado entrar en el mercado pero en el que a diferencia de sus primos de Volkswagen ofrece un diseño mucho más llamativo y, sobre todo, un tacto de conducción más deportivo en lo que viene a ser echar por tierra esa expresión de “distintos perros con el mismo collar”.

Más aún si tenemos en cuenta que el modelo de Ford se ha convertido en el primer eléctrico en circunnavegar el planeta, recorriendo 30.000 km en una hazaña lograda por Lexie Alford y que incluso se puede ver en Amazon Prime Video. Pero más allá de los records, el que realmente va a marcar su devenir comercial será sin duda el precio, ya que Ford ha establecido una tarifa que arranca en los 39.916 euros con descuentos comerciales ya aplicados para el 170 CV y llega a los 49.455 euros para el de tracción total, ambos con el acabado básico. Por su parte, el motor de nuestra prueba ya parte de los 44.015 euros para el nivel Explorer y sube a los 47.035 euros de nuestro Premium. Porque este acabado tiene un sobreprecio de unos 3.000 euros aunque ojo, siempre puede mejorarse con los extras disponibles que en el caso de nuestra unidad han acabado por subir la tarifa a los 51.915 euros.

Galería de imágenes del Ford Explorer EV Premium